La inmediatez crea hábitos perezosos. Nacemos con pocas habilidades y a medida que crecemos las desarrollamos. La superación de retos motiva nuestras vidas, al mismo tiempo que hace crecer nuestras virtudes. Un escenario es un reto que requiere esfuerzos. 

El aprendizaje, la acción y el logro son elementos de un escenario, que pueden girar en torno a un objeto. Los cuerpos tienen un alma, el alma es su intención. En el diseño se debe prestar atención a esta intención. Ahora, la función es útil solo para una pregunta dicotómica: ¿Funciona?  Sí / No

Los objetos del mundo moderno requieren servir como herramientas más que como cuerpos con funciones únicas e inexplorables. Proporcionar al usuario una invitación a intenciones múltiples promueve una mayor resonancia del objeto con el usuario, lo cual, lo convierte en el objetivo. El objeto, en consecuencia, debe inducir a la audiencia a desarrollar un papel dentro de la exhibición.
 

Este tipo de conductas se observan comúnmente en redes sociales a través de multimedia preparada. A pesar de ser un excelente ejemplo de la visceralidad que el escenario debe otorgar, este contenido carece de la profundidad de la que hablamos anteriormente. Es indispensable que exista una línea de eventos, hábitos o necesidades que expongan al objeto como el ideal para ayudar en el papel a desempeñar, esto es cognitivo.

No es lo que es, sino cómo se percibe. Todos los seres vivos tienen perspectivas distintas y fabrican su propia realidad. Las características conductuales del usuario se definen por su propia motivación, por eso es importante la introspección. El diseñador debe facilitar que estas realidades sean agradables, que correspondan a los ideales individuales, y que mejoren la calidad de vida.