El mismo sol que me vio nacer se transformó en amenaza al hilar mi piel, tejiendo en mi rostro con sus rayos artesanales. El poder de su creación me inspiró para convertirme en el producto de mi trabajo y esfuerzo. Al descubrir que las palabras no tienen significado en un mundo material, diseñé un lenguaje para hablar con las deidades.  

​

Provocativo y con proyectos despertadores de curiosidad, aprendí que la realidad es un escenario para el desarrollo de virtudes. Nuestros objetos son nuestra identidad, todo el mundo material es manipulable. Luces, cámara, acción.